El triunfo de la política

De un tiempo a esta parte el Partido Socialista Español y Batasuna han entrado en una lógica de mutua seducción que por lo menos resulta sospechosa.
Así las cosas, no fue extraño escuchar expresiones tales como las de Arnaldo Otegi, en la revista Cambio 16 (03-05-04), asegurando que le seducían más las tesis de Jesús Eguiguren que las propuestas en el “Plan Ibarretxe”. “Lo que queremos es un proyecto nacional y si tiene un presidente del PSOE pues eso es lo que querrían los vascos”, afirmaba en aquella entrevista el portavoz de Batasuna. O, también, las devoluciones de gentilezas del socialismo manifestando tener mayor sintonía con Batasuna que con el nacionalismo democrático. Recientemente Miguel Buen dijo que “si no hubiera terrorismo, podría haber acuerdos entre los distintos sectores de izquierda” (Gara, 13-04-05).
Luego de largos años bastardeando a los partidos abertzales y democráticos, por lo que ellos entienden su falta de carácter maximalista y revolucionario, vemos que el mundo de Batasuna ha quedado entrampado en la red tendida por los intereses de los partidos con casa central en Madrid. Esto no es nuevo, ya que a posteriori de la última tregua de ETA quedó muy claro como el accionar de esta organización favoreció y aún favorece a la estrategia del Estado español con respecto a la política a seguir en toda Euskal Herria.
La izquierda abertzale se ha transformado en una marioneta del establishment político con sede en Madrid. Si me conviene lo ilegalizo, si me arrepiento lo legalizo, es a lo que juegan con los herederos de HB. Mientras, Batasuna hace muecas de autonomía, cuando en realidad son un instrumento del poder con el fin atacar a sus verdaderos adversarios políticos.
Con la presentación del llamado “Plan Ibarretxe” y el surgimiento de Nafarroa Bai son las fuerzas abertzales y democráticas las que se han transformado en los principales actores políticos de Euskal Herria. Son estas fuerzas las que tienen la capacidad para dar un cauce al llamado “conflicto vasco”, en el marco de una política soberanista, acompañada de pensamiento estratégico y perseverancia, pero sin caer en provocaciones o tentaciones autoritarias.
La política ha tomado las riendas del proceso, superando a las opciones violentas con propuestas superadoras y un pragmatismo que no significó arriar las banderas. Pero sin lugar a dudas, este triunfo de la política por sobre la irracionalidad se basó, fundamentalmente, en una gran capacidad para interpretar las necesidades de una sociedad que permanentemente busca transitar un sendero de progreso, con solidaridad e identidad propia.

Leandro Etchichury
Eusko Alkartasuna - Argentina