Aconseja a Zapatero: ´Lo que hoy puede servir, mañana puede ser insuficiente´ Dice que está jubilado y que «casi nadie» le llama por teléfono, pero, desde su residencia en Pamplona, mantiene todos sus sentidos pegados a la actualidad. Recién galardonado por el PNV con el premio especial Sabino Arana, el ´lehendakari rebelde´ defiende con casi más pasión que Ibarretxe el plan que lleva este nombre, como si EA fuera la guardiana de sus esencias. «Si yo fuera el presidente del Gobierno español me daría con un canto en los dientes si pudiera arreglar la cuestión vasca dentro de las coordenadas que marca esta propuesta». Carlos Garaikoetxea advierte de que, a estas alturas, el plan Ibarretxe es «difícilmente rebajable» y acusa al PSOE y al PP de intentar «neutralizar» el voto de Batasuna para que no recale en las fuerzas del tripartito.
-¿Ve alguna luz en el laberinto?
-Tengo una interpretación simple pero lógica de lo que ha sucedido. El PP y el PSOE no quisieron negociar con este Gobierno. Pensaron que era una referencia incómoda y que el asunto se zanjaría con más comodidad con el régimen de mayorías que había en Madrid. Y en el Congreso, tampoco quisieron entrar en una negociación, pese a que la Constitución establece que estas cuestiones se discuten en una comisión mixta. Dependiendo de lo que digan los ciudadanos en las elecciones, habrá una negociación que tendrá una impronta u otra, pero habrá que negociar.
-¿No le invitaron al debate en el Congreso sobre el plan Ibarretxe?
-Sí, pero no soy muy aficionado al brillo de las tribunas.
-¿Fue un debate de altura?
-Fue un debate interesante, pero absolutamente insuficiente para abordar en profundidad los contenidos del plan.
-¿Le extrañó que el lehendakari no mencionara ni de pasada a ETA, a las víctimas o al chantaje permanente que viven los empresarios?
-Es que fue imposible. Con lo que dijo, apenas pudo referirse de pasada a algunos aspectos del plan. Iba a hablar de esa propuesta, no de otras cuestiones importantísimas como las que usted señala.
Conjuras y golpes
-¿Hubiera diseñado usted un plan de reforma del Estatuto como el que ha hecho Ibarretxe?
-Cada momento tiene su afán. En 1979 estábamos rodeados de conjuras y golpes de Estado, y el país tenía unas urgencias tremendas en todos los órdenes. No podíamos poner la pica en Flandes. Pero, a estas alturas, y teniendo en cuenta la realidad que vive este país, si yo fuera presidente del Gobierno de España me daría con un canto en los dientes si pudiera arreglar la cuestión vasca dentro de las coordenadas que marca el plan Ibarretxe. Lo que hoy puede servir, mañana puede ser insuficiente.
-Entonces, ¿coincide al 100% con su contenido?
-Al 100% no se puede estar. Pero comparto esa concepción federal profunda que creo que encierra el plan, y no entiendo los anatemas y descalificaciones que han existido sobre él. Se ha llegado a decir que es el plan de ETA o el plan de Otegi. Es una desmesura. Ni es un plan independentista, ni es secesionista, ni es el plan de ETA. Es un plan federal profundo.
-¿Y con el procedimiento?
-Sobre eso también ha habido una deformación. Se ha dicho que el Estatuto de Gernika tuvo un procedimiento consensuado, pero, entonces, no había ni un parlamento, ni un gobierno. Fue un procedimiento atípico, producto de una situación atípica. Algunos aducen que se debía haber empezado con un papel en blanco y con todos los partidos. Pero no nos engañemos, si hubieran querido, se hubiera negociado.
-EA no comparte al 100% el plan, IU dice que sólo quiere tramitarlo y lo tumba en el Congreso y Batasuna da tres votos pero para no negociarlo con Madrid.
-El caso de IU es tan especial como lo es ese partido federal, cuyos federados actúan con toda libertad. Es algo atípico, aunque consecuente. Pero lo de Batasuna fue una marrullería política, que buscaba atraer la atención política y el protagonismo que no tenía. Creo que también tuvo la tentación de comprobar si el PNV, sobre todo, era consecuente con la defensa de ese plan, poniéndole ante el serio propósito de seguir adelante con él.
Reforma unilateral
-Hay quienes ven en Ibarretxe a una persona testaruda y con escasa capacidad para abrir un diálogo real, sobre todo con los no nacionalistas.
-La palabra testarudo puede tener unas connotaciones injustas para una persona constante, persistente y coherente. Los testarudos, a veces, hemos pagado caro ser así. Yo, por serlo, dejé un gobierno. El problema es que aquí no hay un socialismo como el catalán ni hay un Piqué en el PP. No centremos las responsabilidades en Ibarretxe, que está siendo bastante fiel a sus compromisos y a los acuerdos de PNV-EA, donde se establecían el derecho de autodeterminación, la consulta y todo lo demás.
-¿No le produce una cierta tristeza que su partido haya firmado el acta de defunción del Estatuto?
-No ha sido una tristeza súbita, porque empecé a sentirme triste con los pactos autonómicos, después del 23-F, con la Loapa y con toda la constelación de leyes básicas con las que se hizo realmente una reforma del Estatuto unilateral por parte del Estado. El Estatuto de Gernika fue una medicina de urgencia para un momento económico, cultural, educativo y lingüístico agónico.
-¿No tuvo también la virtualidad de dotar a los vascos de un marco estable de convivencia por primera vez en la historia?
-Por supuesto. ¿Cómo no voy a defender el Estatuto de Gernika! ¿Hasta por amor propio lo tengo que defender! Cuando se aprobó dije que entonces empezaba lo difícil, su desarrollo real. Ya intuíamos lo que podía pasar, pero no hasta el extremo de mermar tanto sus potencialidades.
-¿PNV y EA deberían aceptar la mano tendida por Rodríguez Zapatero para mejorar el autogobierno desde la legalidad y un amplio consenso?
-En el fondo, Zapatero dijo, con el gesto amable que le caracteriza, lo mismo que está diciendo aquí Patxi López desde hace tiempo, que se empiece a hablar de cero con una cuartilla en blanco. No fue más allá. El PSE ha encargado a Emilio Guevara una contraoferta que llega muy tarde.
-¿Los catalanes podrían dar a los vascos otra lección sobre cómo se hacen las cosas?
-Ya veremos a dónde llegan en Cataluña. Tampoco creo que lo tengan muy claro. Una cosa es ir poniéndose de acuerdo en los prolegómenos y en los aspectos menos espinosos, y otra llegar al núcleo duro de la cuestión. Ojalá lo resuelvan bien. Hay que reconocer a los catalanes un gran pragmatismo, pero alguien va a tener que ceder mucho allí.
«Robar los votos»
-¿EA no permitiría al PNV dar ni un paso atrás?
-Hombre, eso es mucho decir. El PNV hará lo que quiera, otra cosa es que Eusko Alkartasuna siga siendo su compañero de viaje. En EA estamos convencidos de que el plan Ibarretxe es difícilmente rebajable con la realidad política de este país. He oido decir a un líder socialista que Otegi es más moderado que el Gobierno vasco. Eso no se lo cree ni él. Los socialistas saben que las pretensiones de la izquierda abertzale no son inferiores a las de este plan.
-¿Cree que, de alguna forma, las relaciones políticas podrían volver a su cauce tras las próximas elecciones autonómicas?
-Las elecciones están distorsionando muchas cosas. Existe un empeño descarado en el Gobierno y en el propio PP para que se inutilicen la mayor cantidad de votos posibles de Batasuna y no vayan a PNV y a EA. Es un descaro enorme cuando dicen que queremos robar los votos a Batasuna. Son ellos los que están contribuyendo a que el mundo de la izquierda abertzale cierre filas y se enroque en una posición numantina. Hace falta el veredicto de las urnas para comprobar si la sociedad vasca, que es la que nos da las órdenes, dice si hay que rebajar el listón o elevarlo.
-Parece dar mucho crédito a los supuestos contactos de los socialistas con la izquierda abertzale.
-Creo que ha habido un interés por parte de los socialistas de desviar protagonismo del Gobierno tripartito hacia Batasuna. Esos contactos han tenido notoriedad. Si además ha habido contenido es algo que desconozco. Ojalá.
-¿Le cree a Batasuna cuando habla en términos de diálogo, pluralidad y cauces políticos?
-Lo importante no es que les crea yo, sino el PSOE, que es el que parecía estar a gusto con esos guiños y carantoñas mutuas. Es el juego más maquiavélico que he visto en mucho tiempo.
-¿Concurrirá Batasuna a las elecciones?
-No lo sé. A nada que haya habido receptividad por parte del PSOE, es posible que haya listas que no resulten excesivamente estridentes. Pero los últimos atentados de ETA no van a facilitar las cosas. El MLNV se equivoca y, en su intento de tratar de hacerse fuerte con los atentados, puede conseguir que todo se frustre.
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«No existe el riesgo de acabar a tortas»
-¿Adelantar los comicios un día después del rechazo del plan en el Congreso huele a electoralismo?
-Le han obligado a hacerlo. Cuando una decisión mayoritaria del Parlamento vasco recibe esa descalificación total, sólo cabe disolver y convocar elecciones. Yo lo hubiera hecho.
-El escenario no es el mismo que el de 2001. ¿Los no nacionalistas dan quizá ahora menos miedo?
-Creo que va a pasar casi lo mismo de hace cuatro años, porque todas esas desmesuras contra el PNV y EA, que pueden prender bien en el ciudadano español, aquí sólo sirven para estimular al mundo nacionalista, que se siente injustamente tratado. Claro que han cambiado las cosas. Hemos pasado del lenguaje de Aznar al de Zapatero y a una aparente proclividad a que pueda haber un diálogo. Pero hasta el momento son sólo actitudes y talantes. No hay hechos y realidades. Es mejor que se despeje la situación en las elecciones.
-¿Serán entonces unas elecciones plebiscitarias sobre el plan?
-Sin ningún género de dudas. Será un veredicto sobre lo que está pasando.
-¿Y habrá, además, referéndum?
-Ese es un compromiso electoral.
-¿Cuál debería ser la pregunta?
-Tiene que ser una pregunta clara, que no voy a improvisar ahora, formulada en ausencia de violencia, por lo que espero que esas conversaciones del PSOE con Batasuna fructifiquen.
-¿Es cierto que, recientemente, usted apeló a la resistencia civil como una posibilidad en un proceso de emancipación nacional?
-Las cosas hay que leerlas en su contexto. Dije que en estos procesos soberanistas siempre suelen llegar momentos de crisis y que hay que procurar que sean incruentos. Añadí que puede llegarse incluso a una resistencia civil en la que hay que procurar no involucrar a la ciudadanía. Los primeros que tienen que dar ejemplo de resistencia cívica son los representantes institucionales.
-Entonces, como dice Ibarretxe, ¿este país podría acabar a tortas?
-No. En la Europa del siglo XXI y con el grado de maduración democrática que existe en nuestro entorno, está garantizado que no acabaremos a tortas.
-¿Le cuesta ver a los votantes del PNV y EA dejando de tomar el vermú para pegarse en la calle por un texto articulado?
-Por eso he puntualizado que me refería a representantes institucionales. A la ciudadanía no hay que meterle ni en sacrificios ni en situaciones dramáticas.
-¿Le sorprendió la entrevista semisecreta de Zapatero con Imaz?
-No demasiado, porque de esas suele haber siempre.
-¿Podrían estar planeando algo de cara al escenario postelectoral?
-No creo. Si hubieran entrado en esas materias, supongo que habría existido lealtad por parte del PNV.
Página oficial de EA
1 comentario:
No sé si defiende con más pasión que Ibarretxe el Plan, lo que si sé es que en pocas palabras nos explica Garaikoetxea el PRESENTE VASCO y lo que puede acontecer.
Entre voces crispadas porel odio , quien un día dejó la Lehendakaritza por DIGNIDAD, ha vuelto a reafirmar los PRINCIPIOS de un Nacionalismo Vasco Democrático
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