por Aitor Pescador Medrano (Diario de Noticias)
Tantos meses de atormentadas lecturas sobre la maldad intrínseca del nacionalismo vasco en todas sus vertientes, tantas horas leyendo artículos de ¡Basta ya!, Iñaki Ezkerra, Fernando Savater y demás demócratas puros advirtiendo de la negativa tradición histórica del nacionalismo vasco, habían hecho mella en mi conciencia. Por todo ello, y en un acto de valor por mi parte, decidí ver los resúmenes que los diferentes diarios y televisiones daban sobre el desfile de la fiesta nacional española. Quería aprender democracia para así volver a avergonzarme de mis sentimientos abertzales.
Cuál fue mi sorpresa cuando me encontré de bruces con dos tipos. Uno de cara adusta, con unos papeles en la mano y serio, muy serio. Su cara rezumaba ira contenida pero a la vez orgullo, el orgullo del que más allá de las derrotas supo alzarse siempre contra las dictaduras. El otro espigado, trajeadito, con una medalla (¿a qué venía eso de llevar medallas?) y sobre todo, aunque no lo puedo afirmar con rotundidad, porque nunca hubo un plano corto de su persona, con un alfiler en la corbata que representaba una bandera española con algo en el centro ¿el escudo real o el yugo y las flechas? Reconozco que no pude ver con detalle el alfiler y ojalá me equivoque, porque sino eso demostraría que este individuo no se ha arrepentido de nada. En realidad, como toda la derecha española.
Bueno, ante mi sorpresa por ver a un colaborador del nazismo en tan democrático acto quise enterarme bien de las cosas. Quería seguir aprendiendo lecciones de democracia. Las palabras del minijtro Bono me ayudaron: "Es una buena idea que pone de manifiesto que sesenta años después de aquello, la paz y la concordia entre los españoles queda garantizada por quien mejor la puede garantizar". Sí señor Bono, dio usted completamente en el clavo. Ahí teníamos al rojo y al nazi abrazándose cariñosamente, jugando a la cartas como unos jubilados más, canturreando coplillas bélicas de antaño y sonriéndose con mucha complicidad entre ellos. Nada de eso señor Bono. Ni se miraron, y cuando lo hicieron fue para demostrarle a usted que lo de las dos Españas todavía existe, que aquí no hubo una Reconciliación Nacional sino una Transición en donde los que se aferraban al poder negociaron su impunidad como condición para permitir la llegada de la democracia. Aquí señor Bono nadie ha pedido perdón por 40 años de crímenes, dolor y muerte; aquí señor Bono hubo Ley de Olvido Universal y de Impunidad Debida. Para que luego les vayamos a explicar a los argentinos y chilenos lo que es la democracia.
Espero que durante sus viajes por Europa recomiende encarecidamente a sus pares ministeriales la presencia reconciliatoria de combatientes de la Segunda Guerra Mundial durante sus desfiles militares. Estoy seguro de que en Francia les encantaría la presencia de un miembro de la Resistencia junto a un soldado de la División SS Charlemagne (compuesta por franceses), en Italia no dude de que Berlusconi estaría encantado de poner junto a un guerrillero comunista a un Camisa Negra, y por último ¿sabe usted cómo llorarían de la emoción en Alemania si viesen desfilar a algún miembro de las Waffen SS con medallas incluidas? Todo por el bien de la democracia y la reconciliación, claro, aunque eso suponga reconocerle honores a asesinos.
Señor minijtro , equiparar a un miembro de la División Leclerc con otro de la División Azul es poco menos que comparar a un guardia aliado de una prisión de soldados alemanes de la segunda Guerra Mundial, con un carcelero de un campo de concentración nazi. Ah! Pero claro, usted lo hace porque todos son españoles, la nación por encima de los crímenes de guerra. Curioso. Así que, con toda probabilidad, si dentro de 40 años ETA no existe (ojalá sea antes) y todos los vascos nos sentimos españoles, podremos ver a un ex etarra con unos cuantos muertos sobre sus espaldas poniendo la dichosa corona de flores ¿no? Supongo que la Asociación de Víctimas del Terrorismo no se negaría a este acto tan reconciliatorio.
Éste es el talante democrático español. Curioso otra vez. Si tan ecuánime es usted señor minijtro ¿porqué no invitó o llevó a alguna víctima del terrorismo de los GAL? Raro, raro, raro. Y mientras tanto, todos en comandilla nacional: Zaplana y Rubalcaba (dos caras de la misma moneda), jugueteando como los nietos del Borbón; Maragall, tan catalán él, demostrando que eso de que Catalunya es una nación está bien, pero siempre que no haga sombra a España, la única nación de verdad para él; y por último la cabra, ahí como siempre.
Al final me quedo con la mejor frase de todas las del señor minijtro: "si quitamos a los que gritaron Viva Franco, o llevaron camisa azul en España quedarían cuatro". Pues mire señor Bono, tal vez con Luis Rollo y esos cuatro viviendo en España hasta me replantearía el sentirme español.
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