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3 de enero de 2009

UNAI ZIARRETA : SOBERANISMO INTELIGENTE

" Después de 30 años de un marco constitucional ampliamente rechazado en Euskal Herria, hoy somos inmensa mayoria los que pensamos que el modelo estatutario vigente está agotado, que es inútil e incapaz de satisfacer las necesidades diarias de la sociedad vasca ni tampoco sus legítimas aspiraciones nacionales. Pensamos, en definitiva que el futuro de nuestro país lo tenemos que escribir nosotros mismos, cada ciudadano y ciudadana vasca y que el futuro deberá estar basado en parámetros radicalmente distintos a los que nos impone el actual marco constitucional, parámetros que nazcan de nuestro reconocimiento como pueblo y que posibiliten la defensa y la materialización de todos los proyectos políticos por vías políticas y democráticas.

Hoy en Euskal Herria vivimos en tránsito. Nos movemos en un espacio repleto de incógnitas que siempre aparecen entre el viejo ciclo que no acaba de morir y el nuevo que no termina de nacer. La cuestión es como despejamos todas sus incógnitas y como hacemos camino para que ese nuevo ciclo que ahora asoma y solo acertamos a intuir, acabe naciendo por fin.

Algunos lo tienen muy claro y ni siquiera se molestan en disimularlo. Para ellos, el nuevo ciclo significa echar la persiana al soberanismo, dejarse de eso que llaman "veleidades soberanistas" y regresar al pasado, a los años de cómoda cohabitación con los socialistas en el Gobierno Vasco. Un nuevo ciclo que es en realidad, la vuelta a las viejas políticas que tanto gustan en Madrid, donde su máxima aspiración para Euskal Herria, es la asimilación de un nacionalismo domesticado que no ponga en peligro el actual estado de cosas, aunque ello signifique renunciar a resolver un conflicto político que tanto dolor y sufrimiento ha generado y genera en nuestro país.
El futuro, sin embargo no lo podemos escribir con renglones del pasado. Eso es imposible, por mucho que en Euskal Herria y sobre todo entre los abertzales tengamos la innata costumbre de enredarnos en discusiones bizantinas sobre lo ocurrido hace 30 o incluso 150 años.
Yo miro al futuro y no veo el pasado. Desde mi responsabilidad política quiero mirar al futuro con valentía dispuesto a arriesgar por el bien común y con ambición, con ambición histórica, la que los abertzales vamos a necesitar para afrontar de una vez por todas, la resolución del conflicto político de fondo y alcanzar un escenario de paz que abra las puertas, democráticamente, a todos los proyectos políticos.

Todos quienes compartimos esa ilusión y esa ambición, todos sin excepción, tenemos la obligación de hacer una reflexión de caracter estratégico que permita a la sociedad vasca abrir ese nuevo ciclo que nos lleve a la resolución del conflicto desde vías políticas y democráticas. Y también tenemos la obligación de abordar esa reflexión con inteligencia, dando prioridad absoluta a los instrumentos y fórmulas que mejor contribuyan a la consecución de nuestro objetivo último.

Es hora de reivindicar las gigantescas potencialidades de un soberanismo inteligente que utilice con radicalidad absoluta las vias políticas y democráticas. Ejemplos ya tenemos: Escocia, Falndes, Groelandia, incluso Irlanda donde han sido capaces de reconducir desde la política el conflicto armado.
Cualquier otra vía alternativa a las estrictamente políticas y democráticas está condenada al fracaso de antemano, porque solo servirá para alejarnos de nuestra meta.

Valentía, imaginación e inteligencia deben ser los cimientos sobre los que se asiente en los próximos tiempos la apuesta política de los miles de abertzales soberanistas que somos en Euskal Herria y que aspiramos a tener un Estado propio en Europa. Hay masa crítica de sobra para que la apuesta por ese soberanismo inteligente sea un éxito rotundo en las urnas y fuera de ellas, para que esa apuesta sincera devuelba la ilusión perdida a los miles y miles de abertzales frustrados y desencantados y con razón además, por la gestión de dos iniciativas del Gobierno Vasco: Nuevo Estatuto Político y Ley de Consulta, que en un inicio encendieron en la sociedad vasca una llama de esperanza, que al final el PNV ha ayudado a apagar con el benepácito del lehendakari Ibarretxe.

Basta ver las tensiones y los nervios que en instancias politicas y mediáticas muy diversas se han desatado a raiz de esta invitación a la configuración de un polo soberanista para comprobar la tremenda potencialidad de esta iniciativa. Sus posibilidades de futuro son inmensas y no solo en clave política general, sino también en lo relativo a políticas sociales, económicas, culturales, educativas, etc a impulsar en todo el país desde una perspectiva claramente progresista.

Quienes demandamos para Euskal Herria un nuevo ciclo que no repita ni esquemas fracasados ni errores del pasado, tenemos la responsabilidad de acertar ahora en la respuesta. De lo contrario, si nos equivocamos, corremos el riesgo de ver como desde otras instancias políticas, cortocircuitan toda opción de cambio e hipotecan nuestro futuro como pueblo. Son esas instancias, en Madrid, pero también aquí en Euskal Herria las que con toda seguridad van a intentar boicotear la pueta en marcha de este tren por la soberanía, unos porque temen que el tren llegue a la meta de la independencia, otros tienen miedo a perder su primacía y su puesto en la locomotora.

Unos y otros, saben que un polo soberanista democrático que se autoimponga el objetivo de recabar por vias exlusivamente políticas la adhesión mayoritaria de la sociedad vasca es imparable a medio-largo plazo y que a corto plazo provocaría un auténtico terremoto en la escena política vasca, un cambio radical con respecto a la actual correlación de fuerzas que impediría que el PNV y el PSOE volvieran a los años de Ardanza, para repetir ese viejo esquema que nos conduce sin remedio a convertirnos en una simple comunidad autónoma del estado español.

Su temor al cambio nos muestra cual es el camino correcto. El PSOE como el PP temen el éxito de la apuesta soberanista porque sería el inicio del fin de la unidad de España y el PNV tiene pánico a perder su posición de privilegio dentro del nacionalismo vasco. Durante los últimos 30 años ha sabido mantener su primacía aplicando la teoría del péndulo, moviéndose hacia el autonomismo o hacia el soberanismo, según el interés coyuntural de cada momento. Sin embargo, la ambiguedad calculada y el péndulo dejarán de servirle si desde el soberanismo somos capaces de articular un movimiento de calado. El PNV lo sabe bien y lo teme, porque ese dia tendrá que elegir entre autonomismo y soberanismo y dejará de ser la primera referencia abertzale.

Hemos entrado en un año electoral y eso en política lo complica todo. No obstante, no debemos perder de vista, ni el objetivo: la soberania de Euskal Herria, ni la conciencia de que tenemos todo por ganar, para superar los obstáculos y lograr que el Parlamento Vasco que surja de las elecciones de marzo, refleje de verdad la realidad política de nuestro pais y por consiguiente la existencia de un polo soberanista fuerte.
Solo necesitamos: valentia, ambición e inteligencia ".
UNAI ZIARRETA.
Fuente: Eusko Alkartasuna.

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