El Correo.- El fundador de Eusko Alkartasuna y ex lehendakari, Carlos Garaikoetxea, habla de la política, según recalca, desde la condición de simple observador. A una semana de la celebración del congreso extraordinario de su partido para redefinir su estrategia tras la debacle electoral de las elecciones autonómicas, y quince días después de la escisión de EA, asegura que esta formación aún tiene futuro. Con un panorama político al que se han incorporado nuevas fuerzas desde los comicios vascos -como Alkarbide (compuesta por los escindidos de Eusko Alkartasuna), Alternatiba Eraikitzen (surgidos de EB) y UPD-, augura que el porvenir está en el reagrupamiento de fuerzas, aunque dependerá en gran medida de una apuesta de la izquierda abertzale radical por desmarcarse de la violencia.
-¿Qué le ha resultado más duro, su marcha del PNV en 1986 o la reciente escisión de EA?
-Son dos cosas muy diferentes porque en 1986 lo que se produjo fue un proceso de expulsiones por parte de la dirección del PNV. No es lo mismo aquel dilema que lo que ha sucedido ahora, que no ha habido ni una sola expulsión de EA. Esta situación me ha producido más pena y perplejidad.
-Da la sensación de que los escindidos se van a mantener en los cargos y, a cambio, no van a reclamar las sedes.
-Ojalá no haya una 'guerra' de sedes, pero hay que ser realistas y éstas suelen ir hacia donde están las titularidades jurídicas. En 1986 estaban titularizadas por aportaciones personales y los socios determinaban el destino de las sedes, en gran medida. En esta ocasión, la mayoría está a nombre del partido, que las ha ido registrando.
-¿A qué atribuye la división?
-Me da pena por perder a muchos compañeros, pero en el sector crítico y su giro estratégico no ha habido más que una reivindicación permanente, que es la de constituir una coalición con el PNV. Las alianzas no siempre suman: tienen justificación en circunstancias excepcionales, pero cuando un partido se considera con razón de existir, lo lógico es que plantee su propio proyecto a la sociedad.
-¿Le sorprende el momento elegido para hacer pública la escisión?
-Es inexplicable. Dos semanas antes de un congreso. Registraron el partido y nombraron a sus máximos dirigentes mientras Koldo Amezketa estaba en plena discusión, se producían intentos de conciliación de posturas y los críticos defendían sus planteamientos. La conclusión es que era una decisión preconcebida tiempo atrás.
-Han justificado la creación de Alkarbide por la deriva de EA al alejarse de sus principios fundacionales y por intentar liquidar al sector guipuzcoano del partido.
-Es absolutamente incierto. Los principios fundacionales son la no violencia, el respeto a los derechos humanos, soberanismo, socialdemocracia y presencia responsable en las instituciones. Ahí estamos y ahí ha estado EA en solitario cumpliendo esos cuatro principios durante un cuarto de siglo.
La discusión del MLNV
-¿Queda espacio político para tantos partidos en Euskadi?
-Hay una perspectiva clara de reagrupamientos. Por ejemplo, Aralar es de la misma cultura política que la izquierda abertzale tradicional, con la que podría reagruparse si se produjera un cese de la violencia. Y Alkarbide, con su permanente reivindicación de una aproximación al PNV, hay que pensar que acabará en un reagrupamiento con el PNV. De manera que EA está en medio, es la socialdemocracia, un centro-izquierda que no existe en este país dentro del mundo abertzale. Esas tres tendencias es posible que sean objeto de un reagrupamiento.
-¿Esa hipotética convergencia podría darse con la izquierda abertzale?
-Mientras el problema de la violencia no desaparezca, habrá dificultades insuperables para llegar a acuerdos con ese mundo, en la medida en que no esté resuelto el problema de ETA o haya una desvinculación clara. Después, ¿por qué no?
-¿Ve factible un cese de la violencia a corto o medio plazo?
-Creo que se resolverá. Las circunstancias han cambiado muchísimo. Dentro del MLNV hay una gran discusión al respecto, con posiciones elocuentes de dirigentes de la ex Batasuna. El problema es una relación de fuerzas, también en el mundo de los presos. Y todo eso, unido al entorno social y el contexto internacional, invita a pensar que se resolverá, siendo responsabilidad de todos contribuir a su solución, por encima de la retórica y del lenguaje oficialista.
-¿La presencia de EA en el tripartito le ha pasado una factura muy cara?
-Sin duda. Los pactos de partidos de gran raigambre histórica y social con formaciones de menos implantación son pan para hoy y hambre para mañana. Son una gran comodidad electoral pero, a largo plazo, contribuyen al desdibujamiento del partido menor. Quienes han hecho Alkarbide no fueron un soporte electoral, sino todo lo contrario. Hubo un auténtico sabotaje de declaraciones, cartas, escritos a los medios de comunicación, incluso anunciando que no votarían a su propio candidato. Eso no lo resiste ningún partido.
-¿Existe el riesgo de que EA desaparezca?
-Yo creo que no, porque el riesgo en los partidos nuevos se ha producido siempre mucho antes. Ha habido multitud de intentos de crear partidos nuevos y en Euskadi el que tuvo más duración, Euskadiko Ezkerra, aguantó la mitad que nosotros.
-¿El congreso se presenta ahora más tranquilo?
-Sobre todo, va a poner de manifiesto que EA es un partido con una línea propia, que no está entregado a ninguna estrategia ajena, que es absolutamente falso que esté en una entente con Batasuna y que no tiene ningún prejuicio contra quienes ofrezcan unas afinidades mínimas dentro del mundo nacionalista, sin violencia y en el marco de unos acuerdos básicos y una responsabilidad y eficacia en el trabajo institucional.
-¿Veremos, por fin, el consenso en Eusko Alkartasuna?
-Puede ser, pero habrá discusiones importantes sobre las ponencias. Se van a llevar una gran sorpresa los que se han precipitado con esa deserción. Habrá muchísimas enmiendas, yo mismo he presentado alguna, a unas ponencias que han sido muy criticadas de manera apriorística. Hay que defender las enmiendas y tener sentido democrático para aceptar lo que decide la mayoría, que es el reproche que yo haría a los que se han ido. Durante tres o cuatro congresos han ofrecido una resistencia numantina a todo lo que decidían las mayorías.
-Le han acusado de estar detrás de todos los movimientos de EA.
-Desmiento rotundamente estar detrás moviendo ningún hilo. Comparecimos gente significativa del partido en toda Euskal Herria apoyando al llamado sector oficial y reclamando la lógica de ir a un congreso a discutir lo que haga falta. Se han visto en la necesidad de buscar un chivo expiatorio y se han metido conmigo.
-La recuperación del voto nacionalista, ¿llegará de la mano del polo soberanista?
-Puede haber una conjunción de fuerzas frente a la tradicional del PNV. Pero tendrían que darse muchas condiciones. La primera de ellas, el cese de la violencia y luego el atemperamiento de posiciones ultraizquierdistas.
-¿Ve al PNV en la oposición otra legislatura?
-No lo creo probable con la relación de fuerzas políticas y sociales existente en el país. Pero si se siguen dando resoluciones tan curiosas en los tribunales y vuelven al ciclo de las ilegalizaciones cuando pueden con ello garantizar que esa mayoría política y social quede disminuida en las instituciones, pueden pasar muchas cosas, aunque es improbable. Entretanto, yo tengo la esperanza de que ese mundo entre en la política institucional.
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