El drama vasco y del nacionalismo democrático en especial, radica asi en la doble incomprensión que encuentran sus propuestas: por un lado, la de quienes las consideran un exceso intolerable; por otro, la de quienes le reprochan desde el nacionalismo rupturista su claudicación ante una reforma insuficiente a la hora de dar respuesta a las reivindicaciones nacionales vascas.
La fractura del nacionalismo por esa disconformidad en tono reivindicativo y en los métodos violentos o no, de su resistencia se habia iniciado ya a finales de los años cincuenta. Pero aquella ruptura quedaba en buena parte eclipsada por la común oposición a un régimen inicuo, Es la transición a la muerte de Franco la que desata un enfrentamiento virulento, creciente, entre los dos nacionalismos, que tiene su reflejo en el deterioro de las propias relaciones personales y aun familiares en muchos casos, hasta entonces preservadas por la común aversión a la dictadura.
La apuesta estatutaria y más concretamente la decisión previa de participar en las primeras elecciones de 1977 confirmaron y aumentaron ese distanciamiento que solo en 1998 nos pareció a algunos que podia llegar a superarse con los acuerdos de Lizarra entre diversas fuerzas politicas, sindicales y sociales y la tregua de ETA, desgraciadamente rota a finales de 1999.
Al hablar del conflicto vasco, algunos intérpretes interesados han querido simplificar su análisis diciendo que en Euskadi sólo habria un conflicto entre vascos. Es una manera fácil de negar cualquier existencia de una reivindicación nacional insatisfecha al negar la existencia de un contencioso politico con el Estado.
Ciertamente, el problema es más complejo que todo eso. Hay un conflicto histórico no resuelto con el Estado y como consecuencia , un doble conflicto entre los vascos: el que enfrenta a una importante minoria no nacionalista vasca de raigambre o sentimiento español con el nacionalismo vasco y el que marca las diferencias estratégicas, violentas o no, dentro del nacionalismo vasco.
En realidad son tres caras de un mismo problema, cuya solución civilizada hemos perseguido denodadamente en estos años".
Fragmentos del libro de CARLOS GARAIKOETXEA : "EUSKADI, LA TRANSICION INACABADA", páginas 16-17
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