Larreina expresa su preocupación por la dilación del proceso. Consciente de que retrasarlo en el tiempo da ventaja a quienes quieren boicotearlo, exige al Gobierno español que dé pasos cuantos antes. Es más, cree que los partidos vascos cuentan con consensos mínimos suficientes para reunir la mesa de partidos. Sólo hace falta que «dejen de mirar las encuestas electorales».
A Rafael Larreina no le gusta hablar de plazos concretos para el proceso de paz y normalización, pero exige «celeridad» a Rodríguez Zapatero. Lamenta que, desde que ETA decretó el alto el fuego, «se ha perdido demasiado tiempo» y recuerda que «dilatar el proceso» da bazas a los que buscan frustrarlo.
El mensaje de conformar una mesa de partidos para otoño parece claro. Sin embargo, al menos de los contactos públicos se desprenden importantes diferencias entre los partidos. ¿Harán falta horas extra en agosto, como los malos estudiantes, o las cosas están mejor de lo que parece?
Cuando se habla a través de los medios, se está más pendiente de la escenificación que del contenido y de la necesidad de llegar a acuerdos. Pero esa sensación de desacuerdo llega porque Zapatero está dilatando en demasía todo el proceso y eso sólo sirve para dar cancha a quienes quieren boicotearlo. Se tenía que haber puesto en contacto con ETA hace tiempo, tenía que haber puesto en marcha los mecanismos para hacer operativa la mesa de partidos ya en junio. Retrasarlo hace que surjan obstáculos, se complique la situación y se enrarezca el ambiente. Por eso, pedimos celeridad a Zapatero. Cuando se produjo el anuncio de ETA ya tenía verificado de sobra que iba en serio. La mesa de partidos se debe poner en marcha cuanto antes.
¿Así que no hace falta seguir trabajando en agosto?
Sí, hace falta. Pero lo más necesario es trabajar sobre lo ya trabajado. Hay papeles, esquemas y conversaciones de sobra sobre la metodología. Con voluntad, se puede resolver rápidamente. Hace falta estar menos pendiente de las encuestas electorales y abordar el tema sin dilación.
El PSE habla de intentar forzar al Gobierno español a aceptar lo que decida la mesa, siempre que el acuerdo sea amplio y transversal. ¿Está dispuesto EA a aceptar esas condiciones?
EA trabajará para que sea transversal y lo más amplio posible, pero eso no significa que si no está el PSE no hay acuerdo. Yo quiero que esté, pero no admito que haya vetos por parte de ningún partido.
¿Qué hay del posible veto de Madrid? El PSE insiste en que el acuerdo pase por las Cortes...
El ámbito de decisión es el de Euskal Herria. Madrid no tiene que condicionar la decisión vasca mayoritaria. Sería incumplir las reglas del juego democrático, hacer trampa. Es como recurrir al primo de Zumosol: como no tienen mayoría en Euskal Herria, se quieren apoyar en mayorías externas para imponer su criterio. Eso es inadmisible. Es un avance que el PSE diga que intentará hacerlo respetar, pero debe dar otro paso y comprometerse a hacerlo respetar.
¿Qué sugiere en el caso de que Madrid intente ´cepillarse´ lo que acuerde la mesa, como afirmó Alfonso Guerra en su día?
Habría que plantar cara desde una posición radicalmente democrática y pacífica. Lo decimos muy claro: acudiríamos al respaldo de la ciudadanía. Hay que someter a referéndum el acuerdo de la mesa y, si tiene el respaldo mayoritario de la sociedad, no podrá ser modificado.
Pero la Constitución española recoge el paso obligatorio por las Cortes Generales. ¿Cabría un no acatamiento de la Constitución, como sugirió Arzalluz?
Me alegro de que Arzalluz haya cambiado y ya no defienda eso de que la independencia sólo sirve para plantar berzas. En EA siempre hemos defendido el conflicto constitucional. No vamos a admitir que desde fuera de Euskal Herria se impongan mayorías ajenas que no cuenten con el respaldo de la ciudadanía vasca. En vez de resolver el conflicto político, lo acrecentaría. Debe haber una reflexión en el Estado: no se puede resolver nada negando la realidad. Y la realidad es que aquí hay una nación.
¿Ve a Zapatero en esa onda?
Si tiene vocación de estadista y quiere pasar a la historia como el que fue capaz de resolver un conflicto histórico, debería abordarlo con esa voluntad.
Queda aún pendiente la situación de Batasuna. ¿Se podrá sentar a la mesa como formación legalizada?
Lo que está claro es que tiene que participar. Lo de la ilegalización es esperpéntico. El Gobierno está dispuesto a sentarse con ETA y no a que en la mesa se siente una formación política que representa a una parte significativa de este país que, además, ha declarado explícitamente que apuesta únicamente por la política y que la violencia no tiene futuro... es absurdo. Ya es hora de tener coherencia política y dar solución al problema de la ilegalización. Y eso, si quieren, pueden hacerlo el Partido Socialista y Batasuna. Unos y otros deben dejar de meternos a los demás en ese berenjenal absurdo en el que no queremos estar.
Pero los miembros de Batasuna dicen que legalizarse no es su prioridad. Y tampoco parece que sea la del Gobierno español. ¿Cómo se sale de este atolladero?
¡Que no nos mareen! Que salgan de este atolladero para que se pueda abordar ya el conflicto político. Que cuanto antes sea una realidad la normalización política y haya igualdad de oportunidades para todas las fuerzas políticas. Hay que exigir una solución a quien tiene la oportunidad de solucionar este problema: al Partido Socialista y a Batasuna.
Si la situación de Batasuna se antoja difícil, tampoco parece fácil la participación del PP. ¿Cree que acabará incorporándose al proceso?
Sólo depende del PP. Deben reflexionar y darse cuenta de que hay que estar en la mesa. Tarde o temprano acabarán estando, sus votantes se lo van a exigir, al menos en Euskal Herria. Todos quieren que se tenga en cuenta su voz.
Y entrando de fondo en el proceso de paz, ¿valora la labor de Zapatero? ¿Lo está haciendo bien?
Inicialmente, tomó decisiones valientes, pero últimamente le falta arrojo y valentía política. Eso pensando bien, porque si pensara mal podría llegar a la conclusión de que está intentando marear la perdiz para dilatar el proceso sin abordar la cuestión de fondo. Le hago una advertencia clara: que no pretenda cambiar todo para que todo siga igual. No lo vamos a admitir. Debe darse prisa y abordar los cambios políticos necesarios para solucionar el problema de fondo. Se trata de poner fin a la transición de la dictadura a la democracia. El reconocimiento del Estado español como Estado plurinacional es aún una asignatura pendiente. Hay que reconocer el derecho a decidir, aunque la decisión sea la escisión. Es imposible mantener un Estado con el artículo 8 de la Constitución, en función de la amenaza del Ejército.
Así que le parece excesivo el plazo de dos años que anunció Zapatero para ver «momentos trascendentes»...
Lo que digo es que no se debe dilatar en exceso. Desde que se hizo pública la tregua hasta ahora ya se ha perdido demasiado tiempo.
¿Podrán esperar esos dos años los presos que están fuera de las cárceles vascas y sus familiares?
No, el tema de los presos se debe abordar con urgencia. Hay que dar respuesta a las reclamaciones humanitarias. De hecho, no hace falta cambiar la legislación para acercar a los presos a su domicilio. También es urgente la reforma del sistema penitenciario, que no se corresponde con un Estado de Derecho democrático. Y a otros temas judiciales...
¿A qué se refiere?
Me refiero al uso partidista de la justicia: es grave el abuso que se hace de la prisión preventiva. Hay más de un centenar de presos que podrían estar ya en la calle. También debe abordarse el papel de la Audiencia Nacional: los tribunales de excepción no son compatibles con la democracia.
¿Qué hay de las víctimas de ETA? ¿Confía en que están entendiendo el proceso y acabarán aceptándolo?
La reparación moral es difícil pero imprescindible. Tiene que haber un esfuerzo por parte de ETA, para que reconozca el daño causado, tiene que reconocer que ha causado un dolor injusto. Debe haber un cierto mensaje de reparación y reconocimiento de que ese dolor no se tenía que haber producido. Es una cuestión pendiente que deben abordar los responsables directos de ese dolor. También debe haber una reflexión genérica de los otros dolores.
¿Se refiere a las instituciones?
Me refiero al Estado. También debe pedir perdón por no haber sido eficaz en la vigilancia de las garantías para evitar torturas o abusos penitenciarios y judiciales. No hay que tener miedo a pedir perdón. No hay futuro sin perdón.
¿Queda aún lejos la reconciliación?
Es algo en lo que debemos trabajar todos. Depende de nuestro esfuerzo individual, pero es posible, si todos tenemos esa voluntad. Muchos gudaris y republicanos dieron ejemplo dejando atrás el odio y el rencor. Eso sí que es un ejemplo de reconciliación y ese espíritu hay que aplicarlo aquí. También es fundamental el ejercicio de perdonar, aunque nadie pida perdón. Así ocurrió en la transición.
La actitud de algunos miembros de ETA, como ‘‘Txapote’’, no ayuda a templar los ánimos. ¿Confía en que se trata de una opinión aislada dentro de la organización?
Confío en que la gente cambie y se convenza. A unos les costará más que a otros, pero espero que cada uno, de forma personal, se convenza de que lo que hizo en su momento está mal.
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«Si el PNV no nos respeta, no nos sirve su voluntad de acuerdo»
Pide a Egibar que permita a EA conducir su autobús. ¿Se puede entender como una preparación a la ruptura de la coalición?
Las coaliciones se hacen para un tema puntual y luego desaparecen, así que no se pueden romper. Yo exijo respeto. Estamos hartos de que el PNV acuse repetidamente a EA de falta de análisis político. Le exigimos que nos deje decidir con libertad y que deje de manipular a la opinión pública. Dicen que si no queremos ir con ellos nos uniremos a HB, pero eso es falso. EA no es ni PNV, ni HB. Sin respeto, no sirven las voluntades de acuerdo.
¿Es usted de los que piensa que es hora de medir fuerzas por separado?
No voy a hablar públicamente de eso ya que seguimos con el debate interno. Lo que digo es que EA se ha presentado en solitario hace dos años en las elecciones generales y al Parlamento europeo, no es algo extraordinario. Ya decidiremos si vamos en coalición o firmamos pactos postelectorales. Eso sí, lo que hagamos será con responsabilidad de país, pensando en Euskal Herria y en su normalización y pacificación.
¿Cree apropiada la propuesta de Imaz de aprobar en dos años un nuevo Estatuto que contemple la soberanía vasca?
Es una ambigüedad preocupante. Tenemos ya una base hecha: el proyecto de Estatuto que aprobó el Parlamento vasco hace dos años. Es una base sólida sobre la que trabajar. Me inquieta que Imaz se olvide de esa realidad y del compromiso del Gobierno vasco y del papel del lehendakari Ibarretxe.
Dice que está preocupado...
Sí, en EA tenemos la sensación de que somos los únicos que defendemos la figura del lehendakari Ibarretxe. El Parlamento y el Gobierno vasco son las únicas instituciones con vocación nacional. Nos preocupa que el PSE haga declaraciones despectivas hacia el lehendakari y que no haya reacción de Imaz. Aún no le he oído plantar cara ni afear las palabras de López contra Ibarretxe.
¿Así que la propuesta de nuevo Estatuto de Imaz desprecia al lehendakari?
Obvia el trabajo realizado por el Gobierno vasco. Hay una ambigüedad -no sé si calculada o fruto del error- que hace creer que aquello ya está olvidado. Nos tememos que Imaz se encamine por la vía del acuerdo con Zapatero para hacer como en Catalunya: degradar los mínimos del nuevo Estatuto y contribuir a la perpetuación del conflicto. Desde el punto de vista abertzale es una irresponsabilidad.
Silvia Núñez deia.com
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