Si cabe extraer alguna conclusión de la intensa Asamblea Nacional que Eusko Alkartasuna celebró en la noche del jueves en Gasteiz es que el debate sobre su política de alianzas está más vivo aún que cuando se abrió el cónclave. La sesión fue extraordinariamente participativa y transcurrió con la viveza de un partido ante una encrucijada, aunque no estuvo exenta de cierta tensión en los pasillos. La propia presidenta, Begoña Errazti
, hubo de templar el debate en algunos momentos, pese a su comprometida posición personal al frente de una Ejecutiva dividida.Si bien la asamblea no tenía poder decisorio para zanjar la disyuntiva sobre la alianza con el PNV en las próximas elecciones forales y municipales en el ámbito de la CAV -sí dio luz verde a la plataforma de Nafarroa Bai-, sirvió para pulsar la correlación de fuerzas y dejó todo abierto. Las diferencias entre los partidarios de romper la entente con el PNV -posición que asumió la Ejecutiva de forma colegiada pese a sus ajustadas posiciones de puertas adentro- y los favorables a reeditar la coalición esconde un dilema de transfondo estratégico y no ofrece mayorías claras, por lo que EA debería resolverlo cuanto antes para evitar que su dirección salga trastocada del lance.La formación nacionalista, como en otras ocasiones desde que irrumpiera hace 20 años aportando buenas dosis de regeneración política, se ve inmersa en la dialéctica entre la radicalidad de sus fundamentos ideológicos y el principio de la realidad en unas determinadas circunstancias de país. El actual proceso conllevará una obligada reubicación de espacios y, en este nuevo tapete, EA está legitimada a recuperar una oferta electoral diferenciada respecto del PNV, a pesar de los serios riesgos que le acarreará esta apuesta -entre ellos comprometer su papel institucional-, como también es lícito que otros sectores intenten aunar una mayoría interna para ubicar a su partido en el bloque del nacionalismo institucional con vocación de centralidad política y que éste concurra bajo unas mismas siglas. Sea como fuere, cabe esperar que este debate se aborde bajo sus interesantes parámetros estratégicos, más allá de cuestiones personalistas, y sin el desgaste de una formación cuyo papel sigue siendo, en cualquier caso, necesario.
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