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2 de abril de 2006

Garaikoetxea: ´A ETA se le han escapado muchos trenes con mayor margen de negociación, pero éste quizá sea el último´

¿Cómo recibió el anuncio de alto el fuego de ETA?

Con alegría, con cierta emoción porque se evocaban en mí tantas ilusiones y frustraciones. A pesar de ser una noticia esperada, no dejó de causarme ese impacto. Naturalmente esa esperanza vino acompañada de la prudencia y la cautela que existe cuando hay experiencias no han acabado bien. Pero la experiencia pasada es una lección para todos, incluidos para los que han declarado este alto el fuego.

Desde esa experiencia, ¿qué riesgos aprecia?

Creo que estas cosas hay que llevarlas sin tentaciones partidistas, con discreción y quizá el riesgo más notable es esa mano negra que suele surgir siempre en momentos de esperanza; y, sin calificarlo como mano negra, un poder autónomo que es el judicial en el que están enquistados sectores reaccionarios como quizá no haya en ningún otro aparato del Estado, que tienen un poder enorme para constituirse en un momento dado en un obstáculo que puede complicar el proceso.

¿El encarcelamiento de Arnaldo Otegi, aunque haya sido bajo fianza, ha sido el primer obstáculo?

Es un exponente de la capacidad de interferir en un proceso que tiene la Justicia, que en ocasiones se comporta con facultades omnímodas frente a lo que puede considerarse oportunidad o inoportunidad política. De todas formas, yo creo que la hoja de ruta, ahora que el término está de moda, del proceso estará blindada contra interferencias de ese calibre. Esperemos que no surjan otras de mayor calado.

Se cree lo que dijo Jesús Eguiguren de que ´los pilares y cimientos del edificio están muy bien construidos´.

Por la experiencia, por las circunstancias de extremas dificultades que afronta ETA y porque Eguiguren seguramente sabe de esto más que la media, hay que pensar que sí.

¿Estamos ante la oportunidad definitiva para la paz?

Sí, con la prudencia a la que me he referido antes, porque a ETA se le han escapado muchos trenes en los que, en una reflexión sincera, ETA podrá pensar que existían mejores oportunidades negociadoras. Esta disección que insistentemente se hace hoy entre la negociación política y las cuestiones estrictamente, entre comillas, técnicas no se hacía hace 20 años con esta nitidez y nivel de exigencia. Cuando ETA recuerde las oportunidades de Argel o de la Mesa por la Paz que como lehendakari convoqué hace 23 años, pensará que quizá entonces una negociación podría haber dado de sí bastante más y, sobre todo, hubiera ahorrado casi un cuarto de siglo de dolor. Esto, de llevar a alguna conclusión, es que cuanto antes, mejor y que quizá éste pueda ser uno de los últimos trenes, si no el último.

Y en ese contexto, ¿qué futuro le ve a la negociación técnica?

Creo que se resolverá con más simplicidad. Observamos a analistas y dirigentes políticos, en los sectores más reaccionarios por supuesto, que dicen de qué serviría el proceso de paz si luego la autodeterminación y otras cosas reivindicadas por ETA se ponen sobre la mesa. Están poniendo de manifiesto que les preocupa más la negociación política en términos democráticos que una cierta violencia endémica.

¿Es ése un riesgo?

Bueno, es un riesgo, pero tenemos claro en EA, yo mismo siempre lo he tenido, que la violencia debe cesar de manera incondicional, por razones éticas y también por oportunidad política. La violencia y ETA han sido la gran coartada que ha tenido el nacionalismo español para contaminar reivindicaciones democráticas que podíamos hacer los demás. Y ahí es donde se les acaba el chollo a algunas fuerzas, que tenían en ese recurso la manera de combatir al nacionalismo.

Un temor que se apunta estos días es la posibilidad de una escisión en ETA, ¿lo considera posible?

Ese riesgo existe, porque además en otros movimientos de ese tipo se ha dado. Parece que, en este caso, la laboriosidad con que se ha llegado a esta decisión de alto el fuego ha venido precedida de algún grado de unanimidad también superior a otras situaciones previas, esperemos que perdure. Sinceramente creo que lo que es el proceso de paz o de desmantelamiento de la estrategia violenta es irreversible.

¿Comparte la visión de Rodríguez Zapatero de que la puesta en marcha del diálogo político debe esperar, que es tiempo de verificar?

En principio eso tiene su lógica, por esa cautela que experiencias anteriores pueden recomendar, y más aún a un presidente español que tiene que soportar cercos incómodos a la hora de conducir el proceso. Lo que no debe ser tampoco es un recurso para dejar las cosas ad calendas grecas . También es un riesgo la tentación de administrar el proceso de manera que permita que las sucesivas contiendas electorales les pille a los protagonistas de la negociación en buen momento. Si 2007, 2008 ó 2009 pueden acarrear tentaciones electorales que determinen ritmos en la negociación estaríamos haciendo algo contaminado por la tentación partidista.

¿Cree que existe ese cálculo?

No digo que sea ésa la motivación fundamental, pero es comprensible que pueda existir una influencia notable. Hay unas referencias claras: 2007 para la legalización de Batasuna, 2008 para que a Zapatero le pille el proceso en un momento dulce, sin abordar quizá los problemas críticos relacionados con el problema de fondo que es la normalización política.

Parece lógico que socialistas e izquierda abertzale sean quienes más puedan capitalizar ante el electorado este proceso...

Sí, por eso hay que entender las celotipias del PP, por ejemplo. Y por eso creo que Zapatero, con habilidad, está tratando de seducir al señor Rajoy para que comparta las mieles del proceso. Y probablemente lo consiga, porque Zapatero ha demostrado que, puesto a repartir protagonismo, con CiU lo hizo perfectamente para rebajar el Estatuto a cambio de ese protagonismo.

Por cierto, ¿ve a Rodríguez Zapatero capaz de liderar este momento?

Sí, porque sabe hacer cosas con cuquería, con esa sonrisa y ese aspecto bondadoso que siempre cae bien. Pero que duda cabe que la jugada con Mas y la que probablemente está manteniendo con Rajoy demuestran visión y habilidad.

¿Se cree el apoyo que ha brindado Rajoy a Zapatero?

Es que el PP no tiene más remedio que dar ese giro que ha dado, muy particularmente porque todas las instancias internacionales, lógicamente además, han aplaudido y han valorado muy positivamente el momento, de manera que la situación del PP era inexplicable. Y segundo, porque de buen o mal grado, además de que habrá sectores en el PP que habrán contribuido a ese cambio, la seducción y la oferta de participación en los réditos del proceso también habrán sido un buen señuelo para el PP.

¿Cómo valora que Zapatero decida convocar el Pacto Antiterrorista?

Los que se comen y se guisan eso del Pacto Antiterrorista son PP y PSOE y cada uno está en las posiciones que está. Escenificaciones aparte, yo creo que no cambia mucho las cosas, llámensele como llamen a sus conciliábulos.

En los últimos días se ha cuestionado el papel del lehendakari. Desde su experiencia, ¿cuál debería ser?

Me parece absolutamente incalificable que al máximo representante de la Comunidad Vasca, a un lehendakari sucesor de Agirre, se le interpele con la falta de respeto y hasta la desvergüenza con que se han permitido responderle en sus iniciativas los dirigentes de determinados partidos. Me sorprende especialmente en estos momentos la respuesta del secretario general del PSE. ¿Cómo el máximo representante elegido democráticamente en una comunidad no va a tener un papel relevante? ¿Quién va a ser impulsor más cualificado? Creo que es intolerable esta degradación del respeto institucional.

¿Le daría algún consejo al lehendakari en esta situación?

No quiero ser tan petulante como para darle consejos a Ibarretxe. Mantengo una buena relación y una comunicación periódica con él, que le agradezco porque suele ser iniciativa suya. El revés incalificable que se dio al plan aprobado por el Parlamento Vasco no debe hacerle abdicar de las cotas reivindicativas que aparecían en aquel plan. Algunos piensan que porque existe respeto a un proceso que se va a iniciar de nuevo en la mesa de partidos y no se está invocando el nivel reivindicativo, entonces haya podido tirarse la toalla. Desde luego, en el caso de EA no va a ser así y creo que en el de Ibarretxe, tampoco.

Ha sorprendido que Zapatero dudara de la vigencia del método de las dos mesas, ¿qué opina?

Cuando el llamado Plan Ibarretxe se discutía en el Parlamento se reprochó a los partidos del Gobierno que no hubieran hecho cocina en una mesa de partidos. Ahora, cuando se habla de cocina y de mesa de partidos, parece que no sirve. ¿Será que temen que esa mesa de partidos, como se va a jugar políticamente sin la coartada de la violencia, arroje una mayoría nacionalista que democráticamente deje en evidencia cuál es la voluntad mayoritaria de este pueblo? Yo creo que hay algo de eso.

Bueno, el PSE habla en su propuesta para la normalización de la necesidad de mayorías transversales.

Hay una jerga que a veces en los políticos vulgares se pone de moda porque creen que con grandes palabras han descubierto horizontes magníficos. En todos los partidos hay pretensiones intelectuales y corrientes que se precian de grandes hallazgos. La transversalidad, detrás de algo que todos desearíamos que es que cuanto mayor fuera el consenso miel sobre hojuelas, lo que esconde es una negativa a aceptar una mayoría en la que no estén los interesados. Cuando no hay mayorías cualificadas, desgraciadamente no hay más regla democrática que la de la mayoría.

¿Cuáles deben ser las relaciones entre EA y PNV en este momento?

La relación está siendo yo creo buena y fundamental. Como fuerzas nacionalistas vascas, cualesquiera que sean los avatares electorales y las fórmulas que puedan existir a ese respecto, esa colaboración puede seguir siempre que se mantengan los acuerdos programáticos básicos que lo han permitido hasta el presente. Si alguna de las fuerzas cambiara de registro, habría que ver hasta qué punto eso es posible.

A la izquierda abertzale le preocupa que en el PNV no mandan los sectores más entusiastas de la experiencia de Lizarra, ¿a usted?

A mí me ha preocupado, con todos los respetos, la valoración positiva, el aplauso casi ruidoso, con que ha obsequiado el PNV al acuerdo entre Zapatero y CiU, siendo tan evidentes los recortes que ha tenido en todos sus ejes básicos el Estatuto catalán. ¿Para algunos puede significar el presagio de una actitud más claudicante del PNV? Esperemos que no, pero es un elemento de inquietud.

¿No siente estos días nostalgia de la política activa?

En ocasiones uno se rebela cuando escucha ciertas cosas y a veces siente la tentación de saltar como un puma. Pero no, yo tuve muy claro cuando dejé mis cargos que en esta vida hay que saber hacerse a un lado.


¿Qué opina de la cambiante reacción del presidente de Navarra al anuncio de alto el fuego?

Es el mimetismo, algo agravado, de una derecha que todavía es más dura que el promedio de la derecha estatal. UPN es una franquicia del PP.

¿Cómo plantean EA y usted mismo el debate sobre Navarra, que en algún momento se pondrá sobre la mesa?

Siempre hemos defendido, aunque al principio nos costó mucha incomprensión dentro del propio nacionalismo vasco, y a mí personalmente, que todo tenía que hacerse de acuerdo con la voluntad de los navarros. Ahí está la disposición transitoria cuarta que fue muy criticada por el mundo abertzale y hoy es el asidero para una salida democrática al conflicto. Y ahí está mi propuesta antiquísima, que también me valió la crítica desde Arzalluz a Batasuna, para una dieta CCAA-Comunidad Foral, que hoy es asumida incluso en sus términos, la palabra dieta aparece en los sectores del MLNV. Estamos donde hemos estado siempre, propugnando una Euskal Herria, una nación vasca de la que Navarra es parte fundamental, originaria, pero respetuosos con la realidad político-social de cada territorio y propugnando que se considere la voluntad de esas realidades territoriales.

La apuesta de Nafarroa Bai en las elecciones autonómicas del año que viene ¿puede ser clave?

La ilusión que nos mueve en NaBai, y hablo especialmente de EA que no busca ni probablemente vaya obtener beneficio partidista en esa coalición, es engrosar una representación parlamentaria que haga posible la alternancia en Navarra. Preocupa el PSN, porque el miedo escénico a cualquier alianza y el temor a la capacidad del PP de excitar reacciones emocionales en relación con la cuestión vasca en Navarra -siendo Navarra la Vasconia histórica-, le sitúe en una actitud no sólo timorata sino emuladora de esas maniobras del PP. Esperemos que esa fibra algo más liberal que alienta el Partido Socialista pueda hacerle ver que todos representamos a esta Navarra plural, que constituimos fuerzas democráticas intachables y que si se quiere una alternativa a la derecha más reaccionaria de Europa no hay otra alternativa que la de NaBai.

¿Puede el PSE, que va consolidando una relación con el nacionalismo, arrastrar al PSN a esas posiciones?

Me temo que se ha ido creando un muro desde que el Partido Socialista nos defraudó en 1982, después de recorrer Navarra de norte a sur con ikurriñas, defendiendo la unidad de todos los vascos. Nos tememos que el PSN se ha distanciado de esos sentimientos y de sus compañeros de la Comunidad Autónoma Vasca hasta extremos inimaginables entonces. No va a ser fácil porque hay fuerzas poderosísimas en Navarra que tienen atenazados a los partidos estatalistas y que suscitan un enorme temor en el PSN.

¿Es partidario de abrir esa NaBai a la izquierda abertzale de cara a 2007?

EA ya ha dicho repetidamente que esta coalición está abierta, naturalmente dentro de unas coordenadas respetuosas con las normas democráticas, los derechos humanos y la no violencia.


Miren Ibáñez noticiasdenavarra.com

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