Diario de Noticias de Alava
Intenta evitar polémicas terminológicas o debates sobre procedimientos, porque el dirigente de EA no se cansa de repetir que el elemento fundamental en el actual momento político vasco es el compromiso de las formaciones políticas con la normalización y la pacificación, un compromiso que debe traducirse en el respeto total al otro y el cese de la violencia. Y ahí, EA no oculta sus cartas: Euskal Herria en pie de igualdad con el resto de pueblos de Europa.
El lehendakari ha dibujado un escenario de paz para 2007, con Batasuna legalizada y la posibilidad de celebrar la prometida consulta a la sociedad vasca, ¿ve motivos para el optimismo?
Yo, más que optimista, estoy esperanzado. Confío y tengo la esperanza de que el escenario de normalización y pacificación pueda estar relativamente cerca. Pero también es cierto que la esperanza sin trabajo para que se haga realidad es fatua.
¿Cómo se avanza entonces hacia ese escenario?
La normalización política pasa por que todas las fuerzas políticas puedan defender sus proyectos con total libertad y que éstos se puedan llevar a la práctica si cuentan con el respaldo de la ciudadanía. Eso es fundamental, por eso yo aspiro a que, si es posible en 2006 mejor que en 2007, la normalización política sea una realidad. Y para que sea una realidad la paz es un elemento fundamental. Normalización y pacificación son dos elementos diferentes que van unidos, desgraciadamente. Y estamos trabajando también para que la pacificación sea una realidad, que desaparezca la violencia de ETA formalmente, porque digamos que materialmente está bastante desaparecida.
Esos dos elementos parece que atraviesan ahora un periodo de 'impasse', ¿existe un riesgo de bloqueo?
No hay hechos espectaculares pero creo que sí se está trabajando en ellos. EA está centrado en ello y estamos defendiendo esos conceptos en todos los ámbitos en los que estamos. Forman parte central del programa de gobierno porque, si no, no estaríamos en él. Al mismo tiempo estamos trabajando en el Foro Nacional de Debate con ese guión también. Así como EA está trabajando seriamente en esta tema también hay otras fuerzas sociales y políticas que lo están haciendo y de ese trabajo surge la esperanza.
¿Qué papel va a desempeñar en todo esto el Consejo Político formado en el Gobierno Vasco?
Es un instrumento más, lo fundamental es el compromiso de las fuerzas políticas. Ahí hay que superar muchos obstáculos. El fundamental es la propia situación histórica de los últimos años y esa especie de deseo permanente de venganza que sobrevuela a veces la vida política y que es un elemento que hay que desterrar. Y eso nos lleva a que se esté cuestionando permanentemente la legalidad o no de algunas fuerzas políticas, que se siga juzgando todo con esa especie de maniqueísmo de los buenos y los malos, o estás con las víctimas o estás con los verdugos... Si queremos avanzar hay que mirar al futuro sin olvidar el pasado.
En ese mirar al futuro, ¿qué sensaciones le da el recibimiento en Madrid del proyecto de Estatut?
Lo vemos con cierta preocupación, porque todavía esos conceptos radicalmente democráticos de los que hablaba no están del todo instalados en la clase política española. Ahí vemos responsables del PP y del PSOE que están manteniendo posturas que encajarían más en el régimen dictatorial de Franco.
¿Cómo valora EA el debate abierto sobre el término nación? ¿Les preocupa de cara al proceso de normalización política que se quiere abrir en Euskadi?
Entre otras cosas, porque detrás de esos planteamientos hay un concepto etnicista de la nación. Ellos parten de la nación española como un concepto étnico y excluyente, mientras que somos muchos los que defendemos un concepto de nación cívico, que se basa en la voluntad de la ciudadanía. En política, el mayor error que se puede cometer es negar la evidencia y en el caso de Euskal Herria hay una evidencia innegable: que hay un número significativo de ciudadanos y ciudadanas vascas repartidos por todos los territorios de Euskal Herria que tenemos ese sentimiento de identidad nacional vasco y que no nos sentimos españoles, sin que eso sea ni mejor ni peor. Tampoco significa eso que neguemos el derecho de otros vascos a sentirse españoles o franceses, al final es una voluntad individual. No queremos obligar a nadie a que deje de ser español o francés, simplemente queremos que no nos obliguen a nosotros a serlo.
En cualquier caso, ¿les invita al optimismo que Patxi López considere que la mejor definición para Euskadi será la que decidan sus ciudadanos?
Habrá que ver en qué se materializa. Palabras se han dicho muchas y de Patxi López tenemos ésas y otras que dicen lo contrario. A mí me gustaría saber si en la práctica se va a reconocer a la sociedad vasca el derecho de ser lo que quiera ser, ése es el elemento fundamental. Nosotros acataremos y respetaremos si la mayoría del pueblo vasco decide ser una simple provincia del Estado español y seguiremos trabajando por nuestro proyecto. Nos gustaría oír también del PP y del PSE que acatarán lo que decidan los vascos.
¿Cree que una rebaja del Estatut en Madrid puede repercutir negativamente en las posturas que defiendan los socialistas en Euskadi?
Supongo que todo tiene influencia, pero hay que situarse en la realidad. De momento, la realidad del PSE es que va por detrás del PSC, veremos qué pasa en el futuro.
Como partido en el Gobierno en Madrid, ¿cabría esperar en ese caso que los máximos que pueda lograr el Estatut sean la referencia del PSE-EE en el proceso de normalización vasco?
Se está hablando mucho del Estatut pero no hay que olvidar que hace menos de un año se rechazó lo aprobado por el Parlamento Vasco, incluso sin entrar a negociar. Se ha producido un agravio comparativo evidente. Y que no digan que es cosa del consenso, porque el PP tampoco ha apoyado el Estatut. Los consensos llegan a donde llegan, si son mayoritarios, el porcentaje debe respetarse. Aquí hubo un porcentaje del 60% de la ciudadanía representada y el Congreso debería haberlo respetado. Ahora al menos lo han tomado en cuenta en el caso de Cataluña, aunque también amenazan con degradarlo y eso es muy negativo. Al final significa que en España no han interiorizado todavía que estamos en otra realidad, en un escenario democrático. La transición del régimen dictatorial de Franco a la democracia todavía no se ha realizado totalmente, estamos en una transición inacabada.
Se empieza a hablar de 2007 como una fecha clave, ¿trabajan con algún plazo?
Poner plazos suele ser la mejor condición para incumplirlos. Nosotros queremos cuanto antes, lo que no significa que haya que ir con demasiada prisa y con atolondramiento. Las cosas llevan su tiempo.
Tras el último comunicado, ¿aprecia disposición en ETA para plantear un cese de la violencia?
La reflexión de que sólo las vías políticas llevan a resolver los conflictos políticos está calando en todos los sectores y en la base social que puede estar en torno a ETA también ha calado. La resolución de Anoeta es muy significativa al respecto. Hace falta que esa idea cale también en los responsables del PP y del Partido Socialista.
Con Bide Eginez, ¿cree que Batasuna camina en ese sentido?
Yo creo que sí, que va en esa línea. Al final uno analiza lo que están diciendo ahora y es lo que siempre ha defendido EA, porque pensamos que es la vía razonable para avanzar. Esa reflexión se está instalando y lo que hay que hacer es aprovecharla, potenciarla y darle cauce de expresión política. Por eso nos parecen muy negativos esos movimientos en torno a la Audiencia Nacional, que corresponden al pasado y tienen un dudoso marchamo democrático. Esa interferencia de poderes, ese intentar coartar la expresión de voluntades políticas es dudosamente compatible con un sistema democrático.
Por cierto, como vicepresidente segundo de la Mesa del Parlamento Vasco, ¿le preocupa que el procedimiento abierto contra EHAK pueda desembocar en un conflicto similar al que pronto llevará ante los jueces a Juan María Atutxa, Gorka Knörr y Kontxi Bilbao?
Me preocupa desde un punto de vista democrático, desde un punto de vista personal, en absoluto. Ahí, siempre hemos mantenido la coherencia y no nos da miedo cualquier tipo de escenario, ni en lo personal, ni en lo político ni en lo colectivo. Lo fundamental es la coherencia democrática. Defenderemos la separación de poderes, el Parlamento como órgano soberano y el fuero parlamentario, es nuestra obligación. ¿Las consecuencias que puedan venir? No nos preocupan.
Volviendo a Bide Eginez, las ponencias plantean un sistema de trabajo basado en las diferentes realidades de cada territorio. ¿Que esquema plantea EA?
Ése es un tema que hay que trabajar más a fondo. Todos los territorios que conforman Euskal Herria tienen derecho a formar parte de una unidad política si así lo deciden, el principio de territorialidad es irrenunciable. Luego, el proceso concreto ¿cómo se va a producir? Hay distintas opciones, eso es lo que habrá que acordar. Lo que es irrenunciable es ese principio, que se podrá o no ejercer según decidan los ciudadanos en un momento o en otro. Y quizá precisamente en ese reconocimiento de la pluralidad podemos llegar a buscar lo que nos une a todos: que todos somos vascos y todos somos europeos. Igual hay que olvidarse de esos conceptos del nacionalismo exclusivista y excluyente español y francés y admitir esa realidad, que tenemos mucho más en común.
Partiendo del reconocimiento de ese principio, ¿qué formato propone EA para ese diálogo?
EA está organizado en todo el territorio, en Iparralde y en Hegoalde. A la hora de avanzar, habrá que ir por partes y quizá se puede empezar por ese proyecto de dieta vasconavarra que propugnábamos en nuestros documentos para ir estrechando lazos; podemos seguir estrechando lazos con Iparralde con los mecanismos de cooperación transfronteriza. Tenemos también una institución que puede tener un papel importante, que es Udalbiltza, en la que hay que abordar una revolución. La existencia de dos elementos que reclaman su patrimonio y la falta de actividad real fruto de esa situación y del problema de fondo la están haciendo ineficaz.
¿Cómo ven desde EA el debate interno abierto en el PNV a cuenta de la cosoberanía?
Lo respetamos. Lo que nos preocupa es que con ese debate de la cosoberanía muchas veces se quiere llevar a la sociedad a otros parámetros, al estar cómodos en España que alguna vez han utilizado algunos dirigentes del PNV. Nosotros optamos por estar cómodos en Europa, ésa es la diferencia. Si el PNV quiere volver a la época Ardanza, aquélla en la que se decía que el Estatuto es un fin en sí mismo, que lo diga. Pero lo que no nos parece bien, ni bueno, ni sano democráticamente es que al final se quiera ir ahí sin que la gente lo sepa. Nosotros aspiramos a estar en pie de igualdad en una Europa unida con el resto de los pueblos europeos y ejercer nuestra soberanía en el grado que queramos, sin que tenga que decir Madrid si somos o no una nación. Madrid no tiene ningún derecho para decir si somos una nación o no, Madrid lo que tiene que hacer es decir lo que quieren ser ellos y respetar lo que la sociedad vasca, catalana o gallega decidan.
En ese sentido, ¿temen que este debate esconda algún giro posibilista por parte del PNV que arrincone a EA?
Es imposible, no se puede arrinconar de un proceso de normalización a nadie, y menos a los partidos abertzales, eso está claro, no habría normalización, sería algo falso. No nos preocupa, no vemos el tema en clave de poder, si vamos a entrar o a salir del Gobierno. Para nosotros estar en el Gobierno es un instrumento, no un fin. Es quizá la diferencia con el PNV, que a veces parece que estar en el Gobierno para ellos es un fin. Nos preocupa desde el punto de vista democrático, desde el punto de vista de país, que se pueda engañar a la opinión pública y llevarla a donde no quiere ir.
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