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24 de febrero de 2006

Entrevista al consejero de Justicia, Joseba Azkarraga

Marcelo Cantelmi (Diario Clarín)
El camino de la paz en el País Vasco no es una línea recta, sino un complejo entramado cuya construcción el ministro Joseba Azkarraga describe con cuotas parejas de optimismo y realismo. Jefe de la cartera de Justicia, Empleo y Seguridad Social del gobierno vasco, su perfil más trascendente no es sólo ese ministerio sino su participación en la mesa de partidos cuya aspiración es la normalización política de Euskadi, la Patria Vasca.

Tal objetivo, en la voz de este dirigente del partido Eusko Alkartasuna, incluye en su instancia final no la autonomía de la región sino una independencia completa, "un estado que mantendrá con España las relaciones necesarias que buenos vecinos deben contemplar".

Azkarraga habló con Clarín apenas llegó a Argentina en una gira breve, también por Uruguay y Bolivia, atareado menos por las tribulaciones de su pueblo que por la firma de convenios jurídicos, el dictado de conferencias y el impulso de acuerdos para transmitir las experiencias cooperativas de su gobierno.

—Hace pocos días se esperaba que ETA anunciara una tregua, no sucedió. ¿Hay esperanzas?

—Bueno, es un proceso que percibimos muy cerca de la paz, pero con altibajos hasta que definitivamente se plantee la tregua.

—El comunicado de ETA ignoró ese punto, justamente.

—Creo que el comunicado de ETA no nos tiene que preocupar. Me hubiera gustado algo diferente, pero tiene una frase que nos tiene que llevar a la reflexión. La solución, dice ETA, no tiene que estar dada por pasos unilaterales. Si una parte se mueve, la otra también debe hacerlo; si no, no hay solución. Llevamos muchos meses en los que el Gobierno español y ETA se miran de reojo a ver quién da el primer paso.

—¿Sugiere que hay diálogo?

—Tengo la percepción de que hay ya un acuerdo de base entre el gobierno español y ETA. Yo no sé cuándo usted publicará esta entrevista, pero sinceramente creo que posiblemente antes de que la publique la tregua será un hecho. Estamos a muy pocos días de una declaración de tregua.

—¿Por esas charlas?

—Que hay charlas seguro y algunos creemos que hay algo más que charlas.

—¿Por qué sigue la violencia terrorista cuando no hay condiciones objetivas para ello?

—Desde hace muchos años no existen condiciones democráticas para justificar la existencia del terrorismo. Ahora otra cosa es reconocer que debajo de la violencia de ETA subyace una raíz política.

—¿A qué se refiere?

—Tenemos dos problemas en nuestro país: el de la violencia que dura muchos años y el problema político por la falta de reconocimiento del derecho de decisión de la sociedad vasca. El problema político es previo al nacimiento de ETA, que es lo que no se quiere entender por parte de los gobiernos españoles. Durante muchísimos años al pueblo vasco se le ha impedido poner en funcionamiento su propia decisión. Y por eso es que hay algunos que equivocadamente entienden que, solucionado el problema de ETA, se soluciona todo el problema político.

—El plan autonómico de su socio político, el presidente vasco Juan José Ibarretxe, que el Parlamento de Euskerra aprobó pero que el Congreso en Madrid rechazó, ¿servía a ese propósito?

—La propuesta recoge en verdad la sustancia de la solución. Habla de la autodeterminación y de la territorialidad. Esa iniciativa fue aprobada por la mayoría absoluta del Parlamento vasco, tenía una legitimidad muy importante. Con el rechazo en Madrid se produjo un choque de soberanías: la de nuestro País Vasco y la del pueblo español. Y por esas actitudes se acaba beneficiando a aquellos sectores de la sociedad vasca que siguen manifestando que aquí no cambió nada y se engordó la tesis de quienes dudan de la credibilidad del estado de derecho en España.

—Usted habla de dos entidades nacionales muy marcadas, pero entiendo que la propuesta Ibarretxe apuntaba sólo a una mayor autonomía de los vascos.

—Yo discrepo con eso.

-Cuénteme...

—Hay un porcentaje alto de vascos —entre los que me encuentro— que apostamos por una independencia política.

—¿Habla de otro país, de un país institucional?

—Hablamos de un Estado Vasco que mantendrá con España las relaciones de buena vecindad que unos buenos vecinos deben contemplar.

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