El Diario Vasco
Joseba Azkarraga recalca que el Consejo Político del que forma parte junto al lehendakari Ibarretxe y el consejero Javier Madrazo no pretende sustituir la labor de una futura mesa de partidos, sino animar a que «las cosas se muevan». Tiene claro que «aunque sea duro decirlo, un proceso de paz no puede depender de los planteamientos de las víctimas o de los presos».
-El Consejo Político ha sido acogido con bastantes críticas por parte de la oposición. ¿Le sorprenden?
-Algo sí, quizá revelan ciertos celos, que es lo peor que puede pasar en el ámbito de la pacificación y la normalización. Este consejo no pretende sustituir la labor de los partidos, que son los que tienen que sentarse en una mesa y los que tienen que llevar adelante un proceso de normalización política, no de paz, que tendrá que darse entre el Gobierno español y ETA. Hay un interés en que las cosas funcionen, que las cosas se muevan, y llevamos un montón de meses escuchando que las cosas se mueven pero lo único que conocemos es que el otro día casi nos intentan volar un edificio en Balmaseda o que la otra noche han puesto 15 kilos de explosivo en la oficina de Correos de Balmaseda. Si el Gobierno está hablando con ETA o con Batasuna nos parece correcto, nos parece muy bien, pero esto tiene que tener un plazo en el tiempo. Si para últimos de verano no se ven cambios sustanciales ni en la actuación de ETA ni en la del Gobierno, por ejemplo en política penitenciaria, estamos obligados como Gobierno a tomar iniciativas. Con absoluta normalidad. Lamento mucho las declaraciones peyorativas, fundamentalmente de Patxi López. Es una cuestión de celos, y en el caso del Partido Socialista puede denotar la absoluta falta de autonomía que tiene el PSE para entrar en un proceso de normalización política. Porque lo que sí es cierto es que cada vez que a Patxi López se le traslada este tema dice que hay que «hablar con José Luis». Nosotros no tenemos falta de autonomía a la hora de debatir sobre la normalización en una mesa de partidos.
-¿El Consejo Político es un intento de los socios del tripartito para buscar un protagonismo que no tienen en el proceso de paz?
-Rotundamente no. Es una acusación falsa. Éste es un planteamiento hecho por el lehendakari, no ha habido una exigencia ni de EA ni de EB. No sé de dónde sale que los partidos del tripartito no vamos a tener protagonismo en un proceso de normalización. Tendremos el protagonismo que nos corresponde en función de nuestra representación política, la misma que puede tener el PP o el PSOE. Todos los partidos deben estar representados, incluso Aralar. En el proceso de paz, con absoluta sinceridad y creo que hablo en nombre del Gobierno Vasco, nosotros no queremos tener ningún protagonismo.
-¿El lehendakari Ibarretxe debería participar en esa mesa de partidos?
-Creo que Ibarretxe, como lehendakari, tiene un valor político muy importante en este país. Su presencia tendrá que ser definida por el conjunto de los partidos políticos, pero creo que sería un error desde el punto de vista estratégico que no estuviera.
-Pero la fotografía de un eventual diálogo entre el Partido Socialista y la izquierda abertzale parece que desdibuja al Gobierno Vasco...
-Tenemos muy claro que si alguien cree que exclusivamente un proceso de paz ETA-Gobierno soluciona el problema real de Euskadi de relación con el Estado está absolutamente equivocado, es como poner un parche. Nosotros estamos hablando de dos procesos, de dos mesas -paz y normalización-. Si no se aborda esta última cuestión, la capacidad de la sociedad vasca para decidir su futuro, el respeto a esa capacidad de decisión, estaremos poniendo un parche, sin más, como el que se puso en los años 82 y 83 con los polimilis en la negociación que se llevó a cabo con ellos, que estuvo bien, hubo un avance sin duda, pero es una parte del problema. Hay un problema político previo a la existencia de ETA.
-Detecto bastante escepticismo respecto a la viabilidad de un cese de la violencia. Los rumores apuntan a todo lo contrario...
-Zapatero dice que tiene «alguna información» y es optimista. Si le preguntas a Otegi también. El problema está en que ese optimismo no se está traduciendo en otros elementos que no sean la continuidad de ETA con actuaciones que no producen víctimas pero que en cualquier momento pueden provocarlas. Y eso está ahí. En la medida en que eso siga produciéndose estaremos cargándonos este incipiente proceso. Mi percepción es que hay bastante menos de lo que se está diciendo y hay un interés de trasladar a la sociedad y sobre todo al mundo de Batasuna por parte de sus dirigentes que este proceso está en marcha. Es más para consumo interno que para otra cosa. Lo digo desde una percepción exclusivamente personal y sin datos.
-¿Será la consulta popular el eje de la iniciativa después del verano?
-El lehendakari dejó claro en noviembre de 2001 este planteamiento, hubo una oferta a la sociedad y un compromiso para llevarlo a la práctica por parte del tripartito en esta legislatura. La sociedad vasca se tiene que pronunciar ante el derecho de decisión fundamentalmente y su relación con el Estado. Y es un compromiso del Gobierno. Hay dos pilares claves. ETA no puede continuar ni con 15 kilos de explosivo, ni con seis ni con medio gramo, tiene que anunciar una tregua... y esto tiene que posibilitar otros movimientos, y sin duda otros movimientos es que el conjunto de partidos que estén dispuestos a sentarse en una mesa estén dispuestos a hablar sobre el derecho de decisión, o sea, del derecho de autodeterminación.
-¿Pero la consulta sería posterior a la constitución de una mesa de partidos?
-Por supuesto, sería el punto final de lo que en la mesa de partidos se acuerde, en ausencia de violencia y sin exclusiones políticas.
-¿O sea que la iniciativa que se anuncia para después del verano no sería la consulta?
-No, pero sería una frivolidad por mi parte anunciarla en este momento.
-¿Esto no supone volver a la vieja terapia del plan Ibarretxe?
-Vieja terapia sí, pero democrática también. Lo que alguien denomina vieja terapia es el proyecto que más apoyo tuvo en la sociedad vasca. Es la propuesta que está encima de la mesa y mientras no haya otra que tenga más respaldo, es la que estamos obligados a defender.
Derecho a la reinserción
-Pero la política vasca había comenzado a reconducirse. El PNV habla de la obligación de pacto, de que el nuevo marco tenga un mayor consenso que el Estatuto. Hasta la izquierda abertzale habla de acuerdos entre diferentes sensibilidades...
-Una parte del PNV es lo que transmite, es respetable pero no lo puedo compartir. ¿Obligación de pacto? Pues si se puede, pero si una parte no quiere... Obligación de intentar un acuerdo sí, pero si no se logra hay que aplicar entonces las mayorías. El Estatuto de Gernika tuvo el 53% de apoyo, no tuvo el 80%. Lo que no sería lógico es conceder el derecho de veto a una opción determinada. Es el veto que plantea el PSOE, que comparte una parte del PNV. Yo no estoy de acuerdo.
-El Consejo Político del que forma parte usted pretende también trabajar por la reconciliación una vez desaparezca la violencia. ¿Pero cómo se pueden reconciliar las víctimas con los victimarios?
-Es muy complicado que hable yo, cuando no he padecido tan directamente el ataque del terrorismo, porque puede ser fácil. Hay que ir cicatrizando las heridas. Esto requiere un proceso serio individualizado con todas las personas que lo han sufrido. La tesis del Partido Socialista sobre el papel de las víctimas en los procesos de reinserción puede ser un ejercicio peligroso. ¿Qué ocurre si quien ha cometido el delito pide perdón y la víctima no lo acepta? ¿No puede reinsertarse socialmente? Podemos meternos en un embrollo complicado en el que se cuestione el derecho de reinserción. Si vamos hasta el extremo incluso podemos encontrarnos con que puede haber personas que estuvieron actuando violentamente en ETA político-militar, que después se fueron acercando al Partido Socialista, y a las que habría que pedirles hoy que se arrepientan de lo que hicieron.
-Pero es que ya lo hicieron en su día cuando dejaron las armas...
-Sí, pero también los dos ex presos de Azkoitia. De hecho, en su día fueron expulsados del colectivo de presos. Tenemos que andar con mucho cuidado, no es bueno generalizar.
-¿Pero quién se reconcilia con quién?
-El paso fundamental lo tienen que dar quienes han cometido el delito. Y que quien ha sido víctima injusta en este país pueda aceptar ese planteamiento de perdón. Pero en un proceso de pacificación un gobierno no puede estar sujeto ni a los planteamientos de las víctimas ni a los de los presos, salvando equidistancias. Aunque sea duro decirlo. Un gobierno debe asumir decisiones sin estar condicionado.
-Por cierto, ¿qué tal se lleva con el ministro Jesús Caldera?
-Le conozco sólo por los muñegotes de Canal Plus, pese a que le hemos pedido en tres escritos una entrevista. Desgraciadamente con Caldera tenemos la misma relación que con el Gobierno de José María Aznar. No ocurre eso con el ministro de Justicia, con el que tenemos una relación fluida e interesante.
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