Con moderada expectativa se aguardaba la reunión entre el Lehendakari vasco y el Presidente del Estado, ante la segura negativa del mandatario español de allanar el camino, para comenzar a dialogar sobre la mejor forma de solucionar el contencioso vasco. Indudablemente sus fichas están puestas en las elecciones autonómicas del año próximo, envalentonado por los últimos resultados obtenidos por el Partido Socialista en la Comunidad Autónoma Vasca, lo cual, habla a las claras de la pobre calidad de las políticas diseñadas para atender la cuestión vasca, de parte de los gobernantes socialistas.
Cuesta entender que el PSOE no tenga una política concreta para el tema vasco, con el fin de que se llegue a lograr la paz y la normalización política, y que el “no al diálogo” sea su única respuesta, especulando con un resultado electoral, que no creo les sea fácil conseguir, ante tanta soberbia y menosprecio hacia los derechos que le corresponden a los ciudadanos y ciudadanas vascas.
Es un reclamo justo el que los ciudadanos y el gobierno vasco realizan, en cuanto a ejercer su derecho a decidir, con el fin de lograr la normalización política y la paz, como así también, fijar sus instituciones de autogobierno. Y no se debe esgrimir desde el Estado el límite fijado por una Constitución, que los vascos al menos, no votaron mayoritariamente.
Ha llegado el momento de cerrar el primer capítulo de la “hoja de ruta”, que ha consistido en propiciar un dialogo abierto con el Estado español, y se debe continuar con la segunda parte de la propuesta. En este sentido, se deben poner todas las energías en el pleno que tendrá lugar en el mes de junio en el Parlamento Vasco, y lograr los apoyos necesarios para poner en marcha la consulta.
Es lamentable la falta de voluntad del gobierno del Estado para resolver el problema vasco, cuando el Estatuto de Gernika se encuentra agotado, por la propia incapacidad del gobierno español de cumplir con las transferencias estipuladas en 1979, cuando le son negados los derechos políticos de miles de ciudadanos y ciudadanas, cuando se cierran periódicos, sé judicializa la actividad política, se dispersa a los presos, y además se utiliza la tortura, y como consecuencia de todo ello, se condena a una nueva generación de vascos y vascas a vivir sin un futuro previsible.
A esta altura, ante la deserción del Estado español, la resolución de los problemas de los vascos está en manos solamente de su pueblo, el cual, como sujeto de derecho, deberá continuar proponiendo a través de sus soberanas instituciones, en este caso el Parlamento vasco, los pasos a seguir. Ya no debe caber ninguna duda, ante tanta soberbia y miopía política de parte de los gobernantes socialistas, que ha llegado el fin de la denominada etapa de la mano tendida.
Prof. César Arrondo
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