Prof. César Arrondo
El contencioso vasco y su posible resolución, sembraron la semilla de la esperanza en numerosos colectivos de la vida institucional y política y social, tanto dentro como fuera de Euskalherría. En los últimos meses, comenzó a tomar cuerpo la posibilidad de transitar el camino del diálogo, con el firme propósito, de arribar a unos mínimos acuerdos de cara al futuro, para que estos, permitan a la sociedad vasca iniciar un proceso sin plazos ni imposiciones, para ir avanzando hacia las soluciones definitivas del conflicto, siempre teniendo en cuenta que la última palabra le corresponde a las ciudadanas y ciudadanos vascos, en el ejercicio de su derecho a decidir.
Mucho se ha hablado de cual sería la mejor forma, o las formas, de iniciar este camino, si era necesaria una mesa o dos mesas, si la agenda debiese habilitar algunos temas, o si se encontrase abierta a todos. Como así también, si una mesa abordará el tema militar, entre ETA y Zapatero, y el consecuente tratamiento de una política de desarme, la situación de los presos, la reinserción, el retorno de los exiliados, entre otros temas, y supuestamente sería misión de la otra mesa, discutir una salida política para Euskalherría.
Lamentablemente los últimos acontecimientos no aportan mucho para llegar a poner en marcha un proceso de paz y normalización, y sólo han servido para crispar la situación. Como ejemplo de lo antes afirmado, la muerte de dos presos vascos, las bombas de ETA, la oposición del Partido Popular a que se pueda llegar a cualquier acuerdo, Las dudas dentro del Partido Socialista, las internas en los Partidos Abertzales, la acción ilimitada de la justicia, que inventa nuevas causas a los presos vascos para evitar su libertad, el macroproceso 18/98, el juicio a Otegi y su posible encarcelamiento, la política carcelaria del Estado, la tortura, la violencia, las amenazas, y las declaraciones sin sentido, crean un estado de confusión general, que hacen pensar, al menos a los ciudadanas y ciudadanos vascos, que con estas actitudes, será difícil poner en marcha un proceso de pacificación y normalización política.
Es una realidad que el conflicto vasco, no se resolverá de un día para el otro, que habrá nubarrones, crisis y sobresaltos. Pero estas hipótesis son previsibles dentro un proceso en marcha, y no antes. La sociedad vasca espera con gran esperanza la resolución del conflicto, y estas acciones sectoriales antes enunciadas, pareciera que se llevan adelante con el simple propósito de los sectores de potenciarse ante una negociación. Lo cierto es que con la implementación de estas políticas, se pone en riesgo la posibilidad cierta de pacificar y normalizar el país, comenzando a recorrer un camino peligroso que los conduce en su conjunto, hacia ninguna parte.
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